
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) o trastornos alimenticios afectan al comportamiento de una persona respecto a su alimentación y a la actitud que muestra con la comida y su aspecto físico. Estos problemas afectan a la salud mental y pueden causar graves consecuencias físicas.
Los trastornos de conducta alimentaria (TCA) son trastornos psicológicos graves que implican alteraciones de la conducta alimentaria. Una persona con una de estas enfermedades muestra, en la gran mayoría de casos, una fuerte preocupación en relación con el peso, a su imagen física o a la alimentación.
Cualquier persona puede padecer una patología de este grupo, aunque suele ser más frecuente en las mujeres. A menudo, los TCA aparecen en la adolescencia o la edad adulta, aunque, cada vez más, empiezan a desarrollarse en la infancia.
La presión social por adelgazar, el auge y el poder de las redes sociales y el ideal estético asociado al éxito profesional y personal son algunos de los factores que explican que, sobre todo, muchas chicas jóvenes presenten un TCA.
Estos trastornos de la conducta pueden causar graves consecuencias tanto para la salud mental del paciente como para la salud física. Así, las personas que padecen un TCA pueden llegar a desarrollar otras enfermedades mentales, como ansiedad o depresión, y, en algunos casos graves, los pacientes fallecen por suicidio.
Los problemas conductuales con la alimentación más comunes son:
La anorexia nerviosa se da en las personas que no comen lo suficiente porque buscan perder mucho peso. Tienen miedo a verse gordas y, por ello, distorsionan su propia imagen corporal. Son muy estrictas con lo que comen y, sobre todo, con las cantidades.
En los casos de bulimia nerviosa, la persona come demasiado y después realiza purgas para compensar lo comido: se provoca vómitos o usa laxantes, por ejemplo. Generalmente, suelen ocultar ambos comportamientos.
La compulsión por comer o los atracones de comida son, en definitiva, comer sin control. Las personas con este trastorno comen demasiado, incluso cuando ya no tienen hambre y se sienten llenas, y luego tienen sentimientos de culpa. A diferencia de la bulimia, no se purgan con laxantes o provocándose el vómito.
Pese a que los trastornos de alimentación más frecuentes pueden tener signos en común, como son un estado de preocupación constante por la comida o un rechazo exagerado al sobrepeso, es cierto que cada una de estas enfermedades presenta sus peculiaridades y características concretas.
Existen diferentes tratamientos para tratar de frenar estas enfermedades, y siempre se adaptan a las necesidades de cada paciente. Suelen ser tratamientos en los que participa un equipo sanitario multidisciplinar y se incluye el apoyo de médicos, nutricionistas, terapeutas y enfermeros.