
Los problemas oculares son muy comunes entre la población y aumentan con el paso de los años. En la tercera edad es habitual padecer algún trastorno de la visión, como cataratas, ojos secos o presbicia. Y, con ellos, las personas pueden llegar a perder autonomía.
Al ir cumpliendo años y haciéndose mayores, las personas van perdiendo visión. Generalmente es consecuencia de este proceso natural del envejecimiento, pero también puede acelerarse el proceso por malos hábitos o enfermedades asociadas a la vejez.
A medida que una persona envejece se pueden producir cambios en sus ojos. Por ejemplo, la agudeza visual se reduce; los músculos que regulan el tamaño de las pupilas se debilitan; la producción de lágrimas disminuye y, en consecuencia, es más complejo mantener húmedo el ojo, o los músculos que permiten cerrar los párpados pierden fuerza.
Relacionados con todos esos signos, entre los problemas de visión más comunes en las personas de tercera edad suelen darse:
La degeneración macular es uno de los problemas de visión más habituales entre la población de la tercera edad. Este trastorno ocular destruye gradualmente la visión central y aguda y, por lo tanto, dificulta la visualización de detalles. Es decir, se dificulta ver con claridad y hacer tareas rutinarias como leer o conducir.
Esta patología es común a partir de los 60 años y se caracteriza por la aparición de una o varias alteraciones progresivas que afectan a la retina. Es, según la Sociedad Española de Retina y Vítreo, la principal causa de ceguera en personas mayores de 55 años. Y va, además, aumentando con la edad.
Los síntomas más frecuentes son esa disminución de la agudeza visual central, una disminución de la visión en color o la detección de puntos ciegos. También puede disminuir la sensibilidad al contraste y tener una percepción alterada de los objetos del campo visual, viendo líneas rectas como onduladas o distorsionadas.
Se trata de una enfermedad degenerativa del nervio óptico que puede causar un deterioro irreversible de la visión. El glaucoma se produce al aumentar la presión intraocular y su mayor peligro es que suele ser asintomática; es decir, que no produce ningún signo hasta que la pérdida de visión es irreversible.
Aproximadamente, un 2% de la población de más de 40 años la padece. Además, aumenta su prevalencia a medida que aumenta la edad. Si no se trata a tiempo y correctamente, puede llevar a perder la visión en un grado muy severo e, incluso, a la ceguera.
Las cataratas son otro de los problemas habituales en la vejez. Se producen por la progresiva y constante pérdida de transparencia del cristalino, con lo cual la agudeza visual también disminuye.
Entre los primeros síntomas destacan las dificultades para distinguir el relieve, los colores y los contrastes y ciertas sensaciones de deslumbramiento. Además de la edad avanzada, otros factores de riesgo que pueden provocar cataratas son la diabetes, la herencia genética o traumatismos oculares debidos a accidentes.
Suelen afectar a la mayoría de los ancianos que sobrepasan la edad de los 65 años pero, y al contrario que con el caso de la presbicia, las cataratas responden muy bien a un tratamiento pasando por el quirófano.
No todos los problemas de visión en las personas mayores se pueden prevenir, pero sí se pueden retrasar. Para eso, es importante:
Dr. Carles Rabassa
Centre Mèdic Atlàntida