
La mayoría de casos de distrofia muscular (DM) son causados por mutaciones genéticas que afectan a las proteínas de los músculos. Esta enfermedad no es contagiosa y no puede estar causada por una lesión adquirida. La DM comporta problemas motores en los pacientes.
La distrofia muscular (DM) es un grupo de enfermedades que afecta al sistema neuromuscular y que debilita los músculos hasta alcanzar la discapacidad de la persona. Es decir, con el tiempo, esta debilidad muscular hace que disminuya la movilidad del paciente.
La distrofia muscular, se debe a una mutación genética de las series de ADN responsables del sistema muscular que ocurre durante la fase del desarrollo embrionario. Cada forma de distrofia muscular es provocada por una mutación genética exclusiva de ese tipo de enfermedad. La mayoría de estas mutaciones son heredadas.
Las fibras musculares producidas por el ADN no se desarrollan de manera correcta, ya que las mutaciones interfieren es su formación. Todo esto acaba provocando dificultades motoras en la persona con distrofia muscular.
Esta enfermedad afecta por igual a hombres y mujeres y puede presentarse a cualquier edad. Las personas con antecedentes familiares de distrofia muscular tiene más riesgo de sufrir o transmitir esta enfermedad.
Existen diversos tipos de DM, hasta más de 30, y cada uno suele afectar a un grupo de músculos determinado. Además, pueden variar en cuanto a su gravedad y consecuencias.
Las más frecuentes:
Con el paso del tiempo, la distrofia muscular y su sintomatología pueden derivar en algunas complicaciones, como:
Actualmente, todavía no hay una cura definitiva para la distrofia muscular. El tratamiento se basa a prevenir complicaciones y minimizar los síntomas. Por eso, se trabaja con:
– sesiones de fisioterapia,
– prescripción de medicamentos,
– uso de dispositivos ortopédicos
– en algunos casos, cirugía para corregir contracturas o curvaturas a la columna vertebral.
– Uso de dispositivos para mejorar la respiración o alimentación
Los pacientes afectados de estas enfermedades precisan de un seguimiento de varios especialistas, para mantener el máximo de tiempo la independencia y la capacidad de movilidad del paciente. Se recomienda, además, seguir unos hábitos de vida saludable. Tener cura de la alimentación y hacer ejercicio de manera regular – ejercicio aeróbico de bajo impacto, como, por ejemplo, andar o nadar– es muy importante para ralentizar la progresión de la enfermedad y evitar o minimizar al máximo sus complicaciones.